¿El mero cumplimiento de la norma de seguridad pertinente para los EPI hace que el equipo sea realmente seguro?
Cuando una organización compra un EPI que cumple una norma de seguridad, no está adquiriendo nada más que el cumplimiento de los niveles mínimos de rendimiento aceptables.
Cuando se trata de equipos de protección individual (EPI), no basta con cumplir las normas pertinentes. La seguridad de los empleados sobre el terreno, operando en cualquier entorno, es de la máxima importancia.
Por supuesto, aunque las actuales normas de seguridad de los EPI garantizan que éstos ofrezcan una mayor protección que las generaciones anteriores, no son en absoluto exhaustivas. Las normas se revisan a menudo en respuesta a los acontecimientos; las enseñanzas extraídas de accidentes, colisiones automovilísticas y vertidos químicos sirven de base para el desarrollo de nuevas normas. Como resultado, los EPI se diseñan para cubrir una amplia gama de riesgos potenciales en diversos entornos, un enfoque global que es más reactivo que preventivo.
En consecuencia, algunos equipos de EPI, aunque adecuados para una aplicación general, resultan totalmente inútiles en escenarios nuevos o imprevistos. Y, cuando las normas tienen múltiples niveles de cumplimiento -de la Clase 1 a la Clase 6-, ¿cómo pueden las organizaciones asegurarse de que adquieren el EPI más adecuado para cada aplicación? ¿Y de qué se aseguran realmente cuando invierten en un producto que sólo cumple una norma específica?
Normalmente, las organizaciones confían en el marcado CE de los EPI.
El marcado CE de un producto es una declaración del fabricante de que el producto cumple los requisitos esenciales de la legislación de protección pertinente. Pero mientras que las normas pueden ser requisitos legales, el proceso de ensayo que garantiza que el EPI es adecuado para el entorno al que está destinado es a menudo incoherente.
En ocasiones, las organizaciones de pruebas pueden interpretar los parámetros de una prueba de forma diferente, lo que da lugar a variaciones pequeñas pero potencialmente significativas en los resultados de las pruebas. Por ejemplo, las empresas de pruebas pueden utilizar una prueba de "arrastre" para evaluar la durabilidad de un traje alrededor de las rodillas, pero las superficies que utilizan pueden variar desde un suelo liso de laboratorio hasta una alfombra muy abrasiva, con resultados muy diferentes en ambos casos.
Dado que a veces los parámetros de las pruebas se interpretan erróneamente y que los equipos EPI se aprueban a pesar de no ajustarse a los parámetros, ¿qué hacen realmente las organizaciones? realmente están comprando?
Las normas de seguridad de los EPI no pueden sustituir a una sólida evaluación de la seguridad. Las organizaciones deben pensar más allá de la pregunta "¿cumple la norma?" para proteger mejor a sus empleados.
En una época de mayor concienciación sobre los riesgos, una confianza excesiva en las normas de seguridad es corta de miras. Con normas que se crean en respuesta a sucesos, las organizaciones deben darse cuenta de que los EPI por sí solos no bastan.